Emoción y cambio psicológico

PSIKE-Kepa Torrealdea

PSIKE-Kepa Torrealdea

Algunas notas de contexto…

Tras el descubrimiento freudiano del inconsciente como lugar de lo reprimido y origen del hecho neurótico, hubo autores que avanzando en diferentes modos de acercarse a ese núcleo, abrieron vías que sin denostar el análisis y el uso de la asociación libre como método, dirigieron más decididamente su atención hacia el hecho corporal como lugar de exploración.

Entre ellos cabe mencionar a Wilheim Reich quien con su teoría de la coraza caracterológica se separó de la ortodoxia psicoanalítica de su tiempo, señalando lo corporal como lugar del inconsciente. El atrevimiento y la creatividad de este psicoanalista austríaco, creó el impulso necesario para que otros autores posteriores ahondaran en la idea de que el cuerpo lejos de ser una maquina biológica, también hacia las veces de receptáculo y guardián de la conflictiva psíquica.

Alexander Lowen con su modelo bioenergético de análisis y tratamiento del hecho psíquico y habiendo asimilado nociones clave de la eutonía de Gerda Alexander, fue otro de los psicoanalistas que continuo con la tarea de desarrollar modos de abordaje corporal.

Cabe hacer una mención particular al psicoanalista germano Fritz Perls, quien se erigió en el guru del movimiento humanista de los 60. Apeló a la necesidad de dar un cambio radical en el modo de hacer psicoterapia, en un contexto socio-cultural revolucionario lo que propicio una importante acogida de sus métodos. Lo corporal, el trabajo grupal, la confrontación como modo de trabajo, las sesiones rápidas, la comunidad terapéutica, el trabajo de polaridades, etc, formaron un pack trasgresor y gozosamente alternativo a la ortodoxia psicoanalítica, que en su seno ya venía experimentando, de tiempo atrás, la disidencia de algunos nombres propios, pero en ningún caso de un modo tan claro y manifiesto como el propiciado por Perls.

Son muchos los autores que han ejercido de adalides del desarrollo psicoanalítico hacía lo corporal, pero Reich, Lowen y Perls son quizás los que han tenido una presencia más mediática en este camino.

Siendo claras, en algunos aspectos, las diferencias entre estos autores, si me atrevo a señalar que los tres comparten la importancia de un hecho fundamental en el trabajo psicoterapéutico: el factor emocional.

Si bien la teoría psicoanalítica desde sus inicios había otorgado un lugar de privilegio al mundo de lo afectivo, la aparición de lo vivencial en la cura analítica no parecía fácil, visto el marco analítico (tumbarse en el diván para asociar libremente, de espaldas al analista, sin contacto visual ni corporal con él/ella). La irrupción de contenidos emocionales así, no parecía contar para algunos autores con un marco facilitador, dejando el peso de la cura en el análisis de lo emergente en la libre asociación, sin que lo emocional emergible pudiera fácilmente manifestarse en su verdadera dimensión y procurar profundidad.

Una replica interesante a esta reflexión proviene de quienes plantean que la manifestación brusca de las emociones lejos de ser terapéutico, esté más cerca del acting y, en definitiva, de la resistencia al encuentro más sutil y verdadero con aquello que la propia explosión emocional pueda oculta tras de si.

Se me ocurre pensar que la verdad pueda estar (una vez más) repartida; ósea: que quizás no sea bueno anclarse pertinazmente en la exploración de ideas, recuerdos, ocurrencias, sueños, etc, obviando el encuentro con el otro, su mirada y su contacto o pasando por alto el contacto con el propio ser. Pero tampoco creo que sea bueno, buscar permanentemente la catarsis, la explosión, el surgimiento del dolor como señas de limpieza de lo interno reprimido.¿Porque no una integración de lo más útil (y sutil) de cada propuesta?

¿El surgimiento de contenidos emocionales, en sesión, es prueba veraz de que se está tocado un territorio psíquico sensible? Vayamos por partes.

 

La cosa práctica…

A través del darse cuenta o insight, nos asomamos a la comprensión inédita de algo no visto antes, lo cual nos da opción de operar un cambio, un avance. Ese momento siempre va acompañada de emoción y de sorpresa. La emoción puede ser silenciosa y profunda, de alegría y expansiva, de sonrisa de destello y confort, contemplativa y relajante, y siempre es sorpresiva, incluso cuando es dolorosa y desgarradora. Puede darse de formas y modos diversos; no obstante, siempre es personal y subjetiva. Lo notas, lo tocas, lo sientes obvio y las palabras se quedan cortas si buscas explicarlo. ¿Si? Nadie te ha llevado a ese lugar de encuentro; has llegado tú, y en todo caso, has contado con compañía. Una compañía que no te ha quitado la autoría del logro, porque el/ella (el/la terapeuta) es consciente que solo sabe de sus alcances, que no de los tuyos.

Si bien decimos que el insight irá acompañado de emoción y sorpresa, también sostenemos que no siempre la emoción y la sorpresa van acompañadas de un insight o comprensión. Sabemos que la emoción es contagiosa; no tenemos más que entrar en una sala de meditación para sentir el silencio emocionado del lugar, o asistir a un funeral y empaparnos del dolor de los familiares afligidos, o zambullirnos en las gradas del campo de fútbol de nuestro equipo y fundirnos por los cánticos, gritos, sustos y alegrías, etc. Diremos que emocionarse es sano, bueno, barato y nos hace sentir que compartimos un lenguaje común: la energía de la emoción.

Bien; pero no confundamos la purga emocional con la autopercatación emocionada de algo novedoso. Cabe pensar que el insight nos ayuda en el camino de la individuación, en tanto la manifestación de la emoción debida a contagio compartido nos habla más de un fenómeno fusional, en ocasiones tan bien acogido por aquello de que nos hace sentir acompañados (que ni tan mal…)

Considero que en el camino del desarrollo personal e independientemente del modelo teórico de base, es importante prestar atención a algunos aspectos.

El descubrimiento es individual

PSIKE- Autoanálisis

PSIKE- Autoanálisis

El cambio entendido como movimiento propio desde un posición interna de si hacia otro posición distinta, tendrá sentido y sumará en el saber propio del sujeto, en tanto venga precedido por una suerte de apertura (“eureka!!!”) hacia lo nuevo. Entiendo que difícilmente se logrará ese klick por el influjo de recetas de autoayuda (p.e:“tienes que aprender a expresar lo que te preocupa), conmovedoras frases (“conócete a ti mismo…”) o arengas propias de los métodos motivacionales (p.e: ánimo que te queda poco!!!…).

No digo que ésto no sirva. Lo que digo es que de aplicarse, habrá que hacerse a conveniencia, que no a discreción. Como ayuda en tal o cual momento, por alguna razón de proceso, pero no como modo principal de intervención.

Tipología & Subjetividad

PSIKE-Eneagrama

PSIKE-Eneagrama

Las tipologías nos acercan al hecho de que el comportamiento de cada cual, su forma de entender las relaciones, de enamorarse, de sufrir o de buscar las vías de afrontamiento ante retos vitales, por ejemplo, tiene aspectos comunes con las de otras personas. Nos pone de relieve nuestras particularidades compartidas. Nuestro vertiente de sujeto social.

Modelos que abordan el estudio de las tipologías psicológicas, hay un montón. A mi el que más me ha cautivado es el eneagrama, por su versatilidad y potencia. Quien lo conozca, habrá podido comprobar en propias carnes lo bueno de éste método como vía de conocimiento y trasformación del caracter (o forma de sentir, pensar, relacionarme). En ocasiones desde un lugar lejano de auto-percatación hacia otro intermedio, en el que en tanto te das cuenta de tus dolores, vergüenzas, disimulos y autoengaños, cuentas con el sostén de compañeros y compañeras que han atravesado similares territorios, ante lo cual el dolor del descubrimiento es mitigado y compartido con alivio y sostén.

Es muy descansado sentirse acompañado (en un apartado anterior hablamos de fusión) en el tránsito, o similar a ese o aquella persona en mis dificultades. Produce alivio no saberse el único, sino uno/a más de los vanidosos, orgullosos, solitarios, envidiosos, cobardes, escapistas y demás pasiones tan humanas,etc. Pero la cosa no acaba ahí, en ese islote fraternal de lucha compartida. Al final no queda otra que vérselas con uno mismo, en ese lugar de abismo que recuerda al INICIO y al FINAL.

Insight & Sugestión

No es lo mismo darse cuenta, como experiencia holística, que pensar que me he dado cuenta. No es lo mismo llorar (léase aquí cualquier expresión emocional) por comprensión de algo que me emociona, que llorar por que me han dirigido a un lugar universalmente emocional, proponiéndome sutilmente que “…por ahí parece que hay un tema sin resolver…”.

No es lo mismo sentir un insight a que me digan que he tenido uno. No es lo mismo que yo interprete a que hagan una interpretaciónm.

PSIKE-Insight

PSIKE-Insight

El insight es integración emocionada nacida de mí. La sugestión te sitúa en un lugar ajeno a tu decisión, en el que no eliges lo que te ocurre.

Es bueno que el ámbito de la psicoterapia aglutine aportes alternativos. Es bueno que cualquiera de tales aportes, nos ayude a asumir la autoría de nuestra vida y su  trascurrir. Precisamente por ésto, conviene estar atentos/as de tantos terapeutas que, a sabiendas o sin saber,  se erigen en guías, gurús, brújulas de lo que te ocurre, por donde y como debes de transitar. Son los mismos que hacen escaparatismo de métodos trasformacionales en formato “cambio radical en poco tiempo y sin sufrir” -que no digo que haya que sufrir gratis, pero en fín…- (“oye me he enterado que fulanito hace un tipo de terapia que funciona  y cambias una pasada y…bla, bla, bla). Métodos con venta exitosa en tiempos de incertidumbre y necesidad de buena noticias, pero que a la postre tan sólo logran tenernos sugestionados, mirando cual es el siguiente curso para flipar (como quien va de compras), despistados/as y lejanos/as del sentido del AQUÍ Y AHORA de cada cual.

Para concluir diremos que la emoción es necesaria para el cambio psíquico, pero siempre que vaya unida al insight, lo demás será un ejercicio de comunión afectiva.

Sofrologia, hipnosia eta menpekotasunak

Gure izaeraren jatorria familian kokatzen da eta bertan ditu errotuak bere sustraiak. Gure nortasunaren sutabe nagusiak familian dira sortuak, eguneroko hartu-emanetan, esanetan, ixilunetan, eginetan, begiradetan… Bertan ezagutuko ditugu bizipen sakonak. Asko eta asko onak eta pozgarriak, baina baita latzak ere, beste batzuk. Bertan maitasuna zer den, baina baita honen gabezia zer den ere. Bertan norberenganado konfidantza eta sostengua, baina akaso mesfidantza eta aprezio eza. Hantxe ikas lezakegu arazoei aurre egiten tinto, gogor edo lasaitasunez edo baita arazoen aurrean iparra galtzen ere.

Umetan sortu berria dugun izaera horren lehenengo ukituak, gerora harremanetan definitzen, moldatzen joango zaizkigu. Egoera berrietara egokitzen, lagunartean, kalean, ikastetxean, lanean edo maiatasunean, besteak beste. Dena dela, bizitzak han edo hemen gertaera latzen aurrean jarriko gaitu eta, eraberean, gure egokitzapen ahalmenak porrot egiteko zorian ipini ere. Denok bizi izan ditugu, behin baino sarriago, esperientzia mingarriak, zitalak (inguru hurbileko norbaiten heziotza, banaketa bat edo zartada emozionalen bat, oroar), edo itxura batean ezer apartekorik gertatu barik ere, aurki gaitezke norabidea galduta edo bizitzari zentzu gehiegik topatu ezinik, bai?

Gizakiok horrelako bizipenak izan ohi ditugu, baina kontuak kontu, batzuetan egoera horien eragina hain eraman ezina egiten zaigu, non oreka psikologikoa gehiegitxo aldrebesten hasten zaigula eta ondoren baita sintomak psikologikoak kanporatzen ere. Ezinaren seinale. Nahi izan arren ezin lehengora bueltatu, jasan dugun kolpeak tokiz aldatu baigaitu.

Era askotakoak dira sintomak, baina gaur egunean izua edo ikara dira asko tratatzen ditugunak kontsultan. Esan beharra dago, ikara punttu batekin denok bizi garela, batzuetan ageriago edo bestetan izkutuako delarik. Baina ikararen esperientzia bortitza, inbasiboa ez da txantxetan hartzeko kontua, trantze horrek gure alarma guztiak gorriz jartzen baiditu.

Zeren ikara, orduan? Kasuan kasuko asterketa sakon bat egin beharra izaten da, zeren batak eta besteok ez ditugu bizi-esperientzietan ikara berdin sentitzen, ez eta ikara berdinak izaten. Honen harira, esan dezakegu preokupazioa dela beldurraen aurrekari izkutua. Baina zer dela eta preokupazio hutsetik edo preokupazioa sentipen soiletik jauzia egiten dugu izuaren bizipen gordinera? Gerora, aurreikusi ezkorrak proiektatzen ditugulako. Etorri beharrekoa txartzat jotzen dugulako eta ideia hori aldaezina egiten zaigulako nahi eta nahi ez. Paradogikoa da erabat, zeren geroa oraindik ez da, ez dago hemen, ez da gertatu; baina guk gure buruan irudikatu dugu beltzezko, ikarak berak ematen digun konbentzimenturen eskutik. Gerora, mesfidati, begira egotea da izuaren sorlekua, hain zuzen ere.

Bestalde, beldurraren ezaugarri nagusiena antsietatea dugu. Gorputzean sentitzen dugu eta modu desberdinetan adierazten digu bere presentzia, hau da: ezinegona, hanketako dardarea arnasa falta sentsasioa, tripetako mina, lo egin ezina, etabar luzea. Antsietateak gorputza hartzen du mintzaleku, gorputza ipintzen du kontu-kontari eta, noski, gorputzari belarria ipini behar izaten zaio bere ezanahia ulertze aldera.

Egoera estugarri horien harira, menpekotasuna ondorioa bihur liteke. Nerbiosismoak, ezinegonak berak eraman gaitzake bide horietatik, plazerra eta lasaitasuna ahalik eta askarren aurkitzeko beharrizanean. Gratifikazio askarraren bila, arintasunez jokatuz, sufrimentuzko gurpilean sartzen gara buru-belarri, plazerrak ez baitigu puzkada txiki bat baino gehiago irauten. Neka barik, hatzaparretan kolpetzea du gogoko menpekotasunak, eta hasieran gozagarria izan den horren azpian gera gaitezke loturik. Egoera hauetan oreka berreskuratzeko ditugun ahalmenak murriztu egiten zaizkigu eta nekez aurkitzen gara aurre egitego tankeran adiktiboa egin zaigun (portaera edo produktu) horri. Besteetan ikusi ere ez dugu egiten zuloan sartuta gaudenik.

Menpekotasunaren Definizioa

Noiz esan dezakegu zerbaiten edo norbaiten menpe gaudela? Baldintza gabe errenditzen bagara nolabaiteko sustantzia, jarrera, sentimendu edo persona baten sareetan, eta eraberean ezinezkoa egiten bazaigu borondatearen medioz joera hori bideratzea, gure hobebeharrez, nahiz eta jakin osasuna arriskatze bidean murgilduz eramaten gaituela, esan dezakegu menpekotasun arazoak ditugula. Libertatea galduz eta eginahal guztiak bertara bideratuz, aldiberean.

Menpekotasun arazoen inguruan zer aportatzen du Sofrologiak

SOFROLOGIA disziplina medikoa da. Erlajazio eta irudikatze teknikak erabiltzen ditu pazientearen oreka psikologikoa eta fisikoa berreskuratzeko. Gehitu egiten ditu izakiaren alde KOSZIENTEAREN ahalmenak. Potentziatu.

Baina zer da alde KOSZIENTEA edo KOSZIENTZIA? Izakiok hainbat gauzataz ohartzeko dugun ahalmena. Alde horretatik, gure bizitzaren norabidean nahasturik edo galduta aurkitzen garenean, gure oharpen gaitasuna ere murriztu egiten zaigu; hau da: koszientzia gutxitu egiten zaigu. Gure barneko eta inguruko estimuloen pertzepzioa urritu egiten zaigu.

Sofrologiarekin, entrenamendu mentala egingo dugu.Teknika honen laguntzarekin pentsamenduak argitu egingo zaizkigu, sentimenduak zabalago bizi eta nasaiago adierazi, gorputzeko sentsazioak berrien berri izateko moduan jarriko gaitu, kontzentrazio gaitasuna hobetu, kreatibitatea, boluntadea edo baita emozioen kudeakera aberasten lagundu ere.

Arlo anitzetan erabil daitezke sofrologiak eskuragarria ipintzen dizkigun teknikak. Hona hemen adibide batzuk:

Pedagogian: Erabat baliogarria memoria, kontzentrazioa edota kreatibitatea hobetzeko.

Kirolean: Autokontrola eta errendimendua hobetzeko edo baita helburuak finkatzeko ahalmena ere.

Psikologian: Antsietatearekin zerikusia zuzena dauzkaten gaitzekin (fobiak, panic attack, agorafobia, harremanetarako ikara, etabar)

Sofrologia eta Hipnosia: desberdintasunak

Sofrologian pazientearen koszientziarekin egiten dugu lan. Sofrologiak, koszientzian jartzen du burmuineko funtziorik garrantsitzuen kokapena. Bestalde, hipnosiak modifikatu egiten du funtzioa hau, trantze hipnotikoan jarriz pazientea; hau da: oharpen gaitasuna anulatu egiten du, trantzean pazientea ez baita ezertaz konturatzen.

Sofrologian ez dago sugestiorik; hipnosian bai. Sofrologiako ariketetan pazientea zeharo kosziente dago. Berriz, trantze hipnotikoan lotan egongo bagina daude. Entzuten dituzu terapeutaren mesuak, baina ez zara kosziente entzuten ari zarenaz.
Sofrologiak autokontrola areagotzen dizu, eta baita miaketa gaitasuna ere. Hipnosian kontrola hipnotizadoreak dauka, eta bere eskuetan geratzen da pazientearen burmuin lana.

La adolescencia, un cruce de caminos

La adolescencia es una etapa del ciclo vital en donde el mundo emocional irrumpe con fuerza en la mente del chico o la chica.

Las oscilaciones afectivas o cambios de humor, dan testimonio una base emocional inestable, en tránsito, a partir de la cual, el/la joven adolescente no consigue tener una idea, más o menos, estable de lo que quiere, lo que siente y lo que busca. La insatisfacción latente, el “no sé lo que me pasa”, “a veces estoy bien y de repente, empiezo a comerme la cabeza”, el “paso de todo; es imposible cambiarlo, nada merece la pena, ¡sin más!”, representan experiencias de malestar propias de dicha etapa.

En la adolescencia, el ámbito de lo afectivo-sexual, ocupa un lugar de privilegio. El/la adolescente, comienza a asomarse al mundo de la relación de pareja, al descubrimiento de un cuerpo con mucha carga erógena y/o a la definición de su orientación sexual . Se trata, pues, de cambios intensos que requieren de un recorrido psíquico del que ahora carecen y que para cuya integración requerirá de tiempo y orientación adecuadas.

Paralelamente, comienzan a otorgar a sus relaciones con iguales un valor inédito hasta entonces, sustituyendo el ascendente que en la primera infancia y en la pre-pubertad han depositado en la familia, en sus progenitores o a quienes hicieran tal función.

En la convivencia con chicos y chicas semejantes, el/la adolescente irá descubriendo un mundo de valores (tales como, el compañerismo, la lealtad, entre otros) que serán base para la construcción de una nueva identidad social más madura. Entre tanto, el ámbito de las relaciones no estará exento de dificultades, ya que la necesidad de pertenencia al grupo, de ser aceptado/a en su seno como miembro importante y de pleno derecho, podrá chocar con vivencias de rechazo y prescindibilidad.

La maduración social en la adolescencia, también le lleva a la búsqueda de nuevas relaciones de forma voluntaria. En tales situaciones, los amigos/as de la infancia pueden dar paso a otras relaciones nuevas que le propicien nuevas experiencias. La necesidad de cambiar de cuadrilla, si bien es buscada con las miras puestas en las novedades que ello puede reportar, también es vivido, en ocasiones, con culpabilidad y la sensación de “haber dado la espalda a los/as amigos/as de siempre”.

Como decíamos, en esta época la influencia del entorno familiar comienza a ser fuertemente contrarrestada por las relaciones con iguales. Debido a ello la salud relacional entre hijos y progenitores sufre una crisis de adecuación.

Por otra parte, está colegio que es un espacio en el que pasan una parte importante de su jornada y en el que muestran su forma de ser, su estilo de comunicación, sus dificultades y virtudes en el trato con iguales y adultos/as. No cabe duda de que es un lugar de formación académica, en valores, en convivencia, aunque hoy en día esté atravesando su propia crisis de identidad.

Sea como sea, son obvias, las tensiones que de un entorno tan determinante pueden surgir. La exigencia ante los exámenes y la ansiedad derivada, la gestión de los tiempos de estudio, las dificultades de aclimatación y (sobre todo en los casos de debut) y los enfrentamientos relacionales, la falta de motivación ante un futuro incierto, etc. Es precisamente en este ámbito en donde se suelen dar numerosos casos de acoso entre iguales, fenómeno conocido como bulling escolar.

A este respecto, cabe señalar que el acoso es una manifestación grupal propiciada, puesta en práctica y mantenida al albor de un grupo que aplaude u observa pasivamente. Ello, inevitablemente, obliga a que las intervenciones destinadas a su erradicación deban de incluir a todas las partes implicadas. En el caso de situaciones de acoso en entorno escolar, es preciso rescatar la figura del tutor/a, u orientador/a o el/la jefe/a de estudios y/o director/a, así como los padres y madres de los/as menores implicados/as.

La intimidación, la amenaza o la agresión física, entre otras modalidades de violencia, cabe entenderlas como modos no asertivos de búsqueda de poder y reconocimiento en el entorno de pares, por parte de la persona menor. Yo diría que son la manifestación agresiva hacia la propia parte negada, omitida y proyectada en el otro.

La relación terapeútica en Gestalt.

 

Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta Gestalt. Fué uno de los introductores de la Terapia Gestalt en España.

Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta Gestalt.
Fué uno de los introductores de la Terapia Gestalt en España.

ASUMIR LA AUTORÍA (en Gestalt)

Sobre todo, habla sobre la especificidad gestáltica del uso de lo que el terapeuta experimenta frente al paciente. Primero enfoca el nivel transferencial y contratransferencial, también presente en la relación terapéutica gestáltica -que prima lo actual-, y hace referencia al nivel de apoyo y confrontación que el terapeuta fomenta con su intervención.

Sabemos que la relación que el terapeuta establece con el paciente es determinante para el éxito o el fracaso del tratamiento. Es más determinante que la técnica que se utilice y la teoría de la que se parta, dado que éstas, tal como dice Claudio Naranjo,  son aplicadas a través de la actitud que el terapeuta toma frente al paciente.

Me resulta clarificador encuadrar la relación terapéutica como una relación de ayuda y entender que, como tal, debe facilitar el desarrollo y la maduración de la persona con la que trabajamos. Aquí conviene recordar que para Perls madurar es ir pasando de la dependencia (propia de la etapa infantil) al autoapoyo propio del adulto con un funcionamiento saludable.

El o la paciente tiene identificados aspectos sintomáticos que le molestan: accesos de cólera incontrolables, dificultades en la relación con los demás, conflictos de pareja o familiares, crisis de angustia, obsesiones que van obstaculizando su cotidianidad, enfermedades psicosomáticas, insatisfacción persistente… También puede acudir a la consulta con una sensación de malestar generalizado viendo que algo o mucho en su vida no funciona. Pide ayuda para curarse, para sentirse mejor, y viene con todas sus maneras de evitar sensaciones, recuerdos…Es decir, con las defensas que le “permiten” mantener la sintomatología.

Como gestáltistas, con nuestra presencia y nuestras intervenciones vamos a ayudar al paciente a que se dé cuenta de qué hace y de cómo participa en la generación de estas situaciones o pensamientos que le hacen sufrir. Compartimos con otros enfoques dinámicos y humanistas que el sujeto es responsable de su vida. Entendemos que el trabajo de irlo asumiendo es curativo.

Estamos entrenados/as para acompañarle en el viaje de zambullirse en su propia experiencia, ayudándole a hacerse cargo de la misma. Por ejemplo, no tiene el mismo efecto que una persona diga “tengo una tensión en la nuca”, que “estoy tensando la nuca”. Mayor riqueza le aportará aún identificar cómo lo está haciendo o qué sentido tiene este hecho, para él, en este momento. En relación a su capacidad de identificar sus sensaciones, puede decir, por ejemplo, “es como si quisiera mantener siempre la cabeza en alto”. A ello podría seguirle la identificación de una situación en la que está forzando esta actitud. La exploración de este gesto puede a su vez facilitarle descubrir qué evita con él. Como vemos, apropiarse de la autoría de sus experiencias no es sólo un objetivo sino también una vía de conocimiento.

El proceso de profundización en uno mismo, de desvelamiento de los engaños y apaños que nos hacemos, el encuentro con lo propio, es la vía de curación que proponemos. En ello nos alineamos con las demás corrientes que tengan como objetivo sanador una búsqueda de conocimiento interno. “La inscripción -Conócete a ti mismo y conocerás a Dios-, en la puerta de entrada al templo de Tebas, apunta a una fuente interna de máximo conocimiento. El modo de acceso al mismo y el objeto de conocimiento que se pretende conseguir son definidos de manera diferente por cada sistema de pensamiento o enfoque que comparten el interés por dicha fuente de conocimiento.”

Los gestaltistas entendemos que no se puede conocer verdaderamente el interior si no se reconoce y conoce, también, lo ajeno y, sobre todo, nuestra forma de estar y de movernos en el mundo. Para facilitar el desarrollo del proceso curativo y por lo tanto reestablecer la capacidad de aprender de la vida, enfocamos, básicamente, aquello que acontece en la interacción que el sujeto establece con su entorno.


RELACIÓN ACTUAL Y TRANSFERENCIAL/CONTRATRANSFERENCIAL

El terapeuta, en la sesión, será otro en minúsculas, con el que el paciente desplegará, como con muchos otros, su estilo de establecer vínculos con los demás. Por ejemplo, si alguien es invasivo, seguro que lo será con su terapeuta. Al igual que también lo retará o seducirá si esto es lo que el paciente hace con los demás. Poner conciencia en la relación y explorar lo que hace y le sucede en ella será un excelente filón, una buena autopista, para que el paciente pueda verse y reconocerse en su forma de establecer relaciones. Teniendo, esta vez, la ocasión de explorar lo que estaba oculto o ausente de la conciencia y la oportunidad de encontrarse con aquello de lo que uno/a pretendía escapar o que no se atrevía a reconocer. Pudiendo, por lo tanto, llorar lo no llorado, sentir lo no permitido o celebrar lo denostado. Puntualizo que, si esos descubrimientos y experiencias emocionales no se acompañan del reconocimiento de los autoengaños y de las propias distorsiones (que conforman el cuento que nos contamos sobre uno/a y sobre el mundo), no hay elaboración, sólo hay catarsis -cuyo efecto terapéutico es menor.
Sin embargo, este otro que el terapeuta es para el paciente, además de ser otro en minúsculas, vendrá a ocupar el lugar de los otros significativos: figuras parentales, abuelos o tíos significativos, algún hermano…. Es por ello que podríamos entenderlo como un Otro en mayúsculas. Aquel en el que fácilmente se le pueden depositar, y le depositamos, la posibilidad de satisfacción (idealización) del deseo de ser salvados, protegidos… Ello es así incluso cuando el o la paciente sabe que el asunto no se trata de eso, de encontrar la salvación. Este Otro también toma la forma de juzgador y de perseguidor. El paciente, como en el resto de enfoques, sean del tipo que sean, va a transferir, trasladar y reeditar con el terapeuta formas de relación vividas con sus progenitores y personas significativas de su infancia.

Este fenómeno de la transferencia ocurre en todas las relaciones, especialmente en los vínculos de relación de ayuda y con mayor intensidad cuando la situación del que es ayudado supone un alto grado de vulnerabilidad. La transferencia se ve incrementada, por ejemplo, con un guía de viaje, con el abogado o con el médico. Para no simplificar en exceso, añado aquí que “(…)esta repetición no debe tomarse en un sentido realista que limitaría la actualización a relaciones efectivamente vividas; por una parte, lo que se transfiere es, en esencia, la realidad psíquica, es decir, en el fondo, el deseo inconsciente y las fantasías con él relacionadas; por otra parte, las manifestaciones transferenciales no son repeticiones literales, sino equivalentes simbólicos, de lo que es transferido.”

Por supuesto, los vínculos primigenios con nuestras figuras parentales y hermanos determinan nuestro sistema vincular, nuestro sistema de establecer relaciones con los demás. Ello es siempre así. Frente a la posibilidad de analizar aquellas relaciones para entender y poder modificar las que establecemos en la actualidad, apuesta propia del psicoanálisis, nosotros vamos a ocuparnos de explorar cómo son estos modos de relación actuales. Como propone Albert Rams , creo que la mejor perspectiva es la de tener presente que en lo que vive, expresa y hace el paciente hay un nivel transferencial edípico, algunas veces está presente el nivel preedípico y todo esto se da aquí con el terapeuta, es decir, tiene un nivel real y actual. Es precisamente el seguimiento de la experiencia actual nuestra puerta de entrada a los diferentes niveles.

Abundando en la complejidad de la relación, a la vez, el terapeuta, el médico o el guía, además de poner en marcha su propia transferencia en relación al usuario o paciente, tiene reacciones frente a la transferencia del paciente o el usuario, lo cual es llamado, específicamente, contratransferencia. La opción psicoanalítica general es el de controlar dicha reacción contratransferencial y sólo supervisarla. La gestáltica, es, además de supervisarla, hacer uso de ella frente al paciente. Transparentarse será una de sus más potentes intervenciones.

El terapeuta deberá identificar y trabajar, en supervisión, la reacción que él tiene frente a la transferencia de su paciente (la llamada contratransferencia) así como las reacciones provenientes de sus vínculos infantiles. Podríamos decir, su propia transferencia hacia el paciente.A ambas, tanto sus “aficiones” transferenciales como contratransferenciales, debe conocerlas y trabajar sobre ellas (tanto en terapia como en supervisión) para conseguir mayor espacio interno y libertad para intervenir. En Gestalt, nos entrenamos en afinar estas mismas vivencias y reacciones como una de las mejores herramientas del terapeuta. Para ello, como terapeutas debemos estar atentos a nuestro sentir.

Perls llamó “Simpático”  al estilo de relación terapéutica gestáltica refiriéndose a que él o la terapeuta atiende tanto lo que expresa y le sucede al/la paciente como lo que le sucede a sí mismo/a. Lo específicamente gestáltico es el uso de su propia vivencia en sus intervenciones. Si cuando el paciente se queja de que su mujer no le escucha, el terapeuta nota como él tampoco lo haría, tiene la posibilidad de poner de manifiesto su propia reacción para ayudar al paciente a descubrir cómo hace la demanda de modo que incluso puede producir la respuesta contraria a la deseada. Lo que al paciente le suceda con este hecho será material terapéutico y el terapeuta deberá tener el arte de facilitar al paciente su exploración.

 

APOYO Y FRUSTRACIÓN

El reconocimiento y el uso que el terapeuta hace de lo que experimenta va ha resultar reconfortante y/o frustrante para el paciente. El apoyo y la frustración son dos aspectos básicos del desarrollo personal. El bebé necesita caerse para aprender a caminar. Para orientar la intervención terapéutica, Perls alienta combinar el apoyo a las vivencias y expresiones genuinas con la frustración de las actitudes manipulativas.

Como ya hemos mencionado, el comportamiento neurótico es sustentado por un importante uso, más o menos masivo, de conductas evitativas del contacto consigo y con la realidad circundante. Estas mismas actitudes son las que siguen manteniendo la desconexión y alimentando el funcionamiento manipulativo. Va a ser el juego a dos manos (apoyo-confrontación) del terapeuta el que le va a permitir al paciente ir encarando los asuntos que le son propios e irse ocupando de sí.

Creo que el encuadre, que puede ser variable en función de cada terapeuta, al establecer el marco y ciertas pautas del desarrollo del tratamiento, supone un factor importante de apoyo.Sin embargo, el aspecto fundamental del apoyo es ser escuchado.

El uso de la empatía favorece que el paciente se pueda abrir. Sin ese rapport no es posible un trabajo eficaz. Carl Rogers es quien más énfasis puso en la función de apoyo del terapeuta. Para él, el terapeuta debía sentir y manifestar -y hacer que el paciente lo notara- aceptación incondicional y empatía. La otra condición necesaria, para que el terapeuta no se perdiera en la confluencia y para que la persona sanara, era la congruencia del terapeuta. Es decir, el apoyo y la empatía debía ser verdadera, no fingirla ni fabricarla.

Lo decía Ferenczi, también se lo he oído repetidamente a Paco Peñarrubia y todos comprobamos diariamente que el terapeuta ha de apreciar al paciente para que el trabajo se pueda dar. Memo (Guillermo Borja), perlsiano tanto por carácter como por convicción, decía que si rechazaba a un paciente se lo decía, se lo mostraba y, sólo si entonces el paciente quería seguir trabajando con él, podía aceptarlo como paciente.

En relación a la confrontación, Perls afirmaba: “Y el prerrequisito para una satisfacción plena es el sentido de identificación del paciente con todas las acciones en que participa, incluyendo sus autointerrupciones. Una situación puede concluirse – lo que es igual a decir que se logra satisfacción-, únicamente si el paciente está comprometido enteramente en ella. Dado que sus evitaciones neuróticas son un modo de evitar el compromiso total de las situaciones, deben frustrarse.” 6 Para él era fácil, digamos que natural, no dejar pasar ni una manipulación sin ser confrontada, no sólo en sesión sino en cualquier lugar.

Según Claudio Naranjo, “La confrontación es una maniobra psicológica más completa y más rica que la simple frustración por el hecho de que refleja la percepción que el terapeuta tiene de lo que le está pasando al otro”. Por ejemplo, dice que el acto de Perls de taparse los oídos cuando Claudio le contaba unos hechos a modo de justificación, no era una simple frustración, con ello le estaba devolviendo el juego que él hacía para no entrar en el contacto de un modo más directo y vivo.

De Memo (Guillermo Borja) aprendí que la verdad cura y que la mentira neurotiza y puede psicotizar. Decía que una violación la podía curar en unas semanas, una fantasía de violación podía resultar mucho más compleja. La violación, la carencia, el mal trato, la enfermedad… fueron, se dieron. Ello pasó y puede seguir pasando. Aquello que fue vivido de forma traumática sigue presente y se reaviva ante situaciones conflictivas actuales. Seguirles la pista y encarar y asumir ahora el mal trato recibido, el hecho de haber sido no deseado o de haber sido violada; encararlo ahora, aprovechando las ocasiones en que lo histórico y lo neurótico se reaviva sirve para ocuparnos de lo que nos es propio y para cambiar nuestra actitud. Asumirse uno y asumir la propia historia requiere hacerse cargo de lo pendiente, hacer ahora el trabajo de dar la cara, el trabajo de duelo o de lo que sea necesario para poder andar con la mochila menos repleta y pesante; para poder hacernos cargo de nuestro deseo y comprometernos con lo que nos concierne.

Ahorrarle malas sensaciones o dolor al otro es un engaño; cuando uno protege al otro se está protegiendo a uno mismo. Por supuesto, como terapeutas debemos diferenciar entre confrontar para que el otro pueda verse, lo cual implica saber cómo y en qué momento lo hacemos, y ensañarse con el otro como uso abusivo de poder o en aras de cualquier “buena” justificación.

 

USO DEL SENTIR DEL TERAPEUTA

Asegurando el espacio de supervisión, nuestra opción de trabajo como gestaltistas,va a pasar por dejarnos sentir, reconocer y poder expresar lo que nos pasa. Son varios los niveles en que los gestáltistas usamos lo que experimentamos en la sesión.

En un primer momento, registrar la propia respuesta emocional frente al paciente tiene efecto. Por ejemplo, dejarnos notar qué sentimos cuando el paciente nos intenta convencer de algo y poderlo notar sin pretender nada de forma inmediata, sólo dejarle espacio, repercute en él. Este efecto es quizás más fácil de imaginar si, por ejemplo, el terapeuta se deja sentir tristeza cuando el paciente niega o disimula la suya. Facilita la emergencia de la misma o potencia que la evitación de la misma se presente de forma más clara.

Por supuesto, y dando un paso más, lo que sentimos sirve para elaborar hipótesis diagnósticas. Y, de forma más inmediata, para orientar la creación de experimentos. Si tenemos la sensación de que quiere tener todo el tiempo la razón podemos proponerle que nos intente convencer de lo que dice. O bien intervenir preguntando. “¿de qué me estás intentando convencer?” o “¿crees que ya me has convencido?”.

El nivel específicamente gestáltico es mostrar la propia experiencia. Comunicar lo que le sucede a uno es la regla de oro de cualquier relación íntima. Hablar de lo que me pasa, no de lo que pienso que hace el otro y tampoco juzgarle no es nada fácil. “ (…) la comunicación, desprovista de un fin pulsional no puede ser otra cosa que un acto de amor.” 8 En este caso puedo decir algo así como: “noto malestar, presión, imagino que pretendes que vea lo mismo que tú.”

Aún otro nivel será reaccionar mostrando mi rabia por sentirme presionada. Ponerme agresiva gritándole “¡Me molesta que me intentes convencer!” supone un mayor impacto energético que puede tornar más eficaz la intervención si la o el paciente se puede enterar del juego que está jugando. Es útil en la medida en que podemos seguir qué le pasa al otro/a después de la misma.

Veamos otro ejemplo: La suposición de una paciente de que su terapeuta tiene debilidad por las rubias con ojos azules, además de pertenecer a su propio mundo y, por lo tanto, ser un excelente material para seguir explorando, puede ser verdad para el terapeuta. Revelar que ello es cierto, posibilitará la exploración de lo que a ella le sucede ahora con este hecho y no sólo lo que le ha sucedido en su vida en relación al mismo. Aporta la posibilidad de reposicionarse en relación a un hecho real, aunque en general ello requerirá la reelaboración de algunos de los hechos vividos con anterioridad.

El terapeuta es alguien de carne y hueso que usa el ponerse de manifiesto como persona y, por lo tanto, como alguien limitado. Es alguien que siente dolor, angustia y que se da “subidones” narcisistas como todo hijo de vecino. Poner de manifiesto lo propio del terapeuta aporta experiencia real que permite el seguimiento de qué le pasa al paciente con ello. Aporta realidad y ello implica vivencia, que en la sesión terapéutica puede ser explorada. Explorada y saboreada en el sentido del saber que le aporta al paciente de sí. Por una parte, le permite atender y reconocer la experiencia como suya y, por lo tanto, adueñarse de la misma y no sólo especular. Por otra, que el terapeuta se transparente tiene un efecto de contagio. Facilita al paciente también carnificarse y reconocerse como limitado.

Dicho todo lo anterior y, por lo tanto, optando por hacer de la relación actualy del sentir del terapeuta una excelente herramienta terapéutica, creo que debemos saber que no todos los pacientes toleran el contacto ni reciben de igual modo la confrontación. Los y las pacientes psicóticas y borders pueden tener serias dificultades en integrar las confrontaciones. Sólo estar frente al otro ya puede ser inmensamente angustiante y necesitan, por tanto, mayor trabajo previo.

También quiero añadir que el ejercicio de transparencia por parte del terapeuta puede tener la desventaja de limitar, a veces con excesiva prontitud, el mundo fantasmagórico del paciente: frente a la fantasía, a la suposición, existe la contrastación de una respuesta determinada. Tarea del terapeuta va a ser no detener la exploración de la fantasía del paciente, corresponda o no con la realidad, puesto que ésta forma parte del mundo interno del paciente y configura su cosmovisión. Aunque también es verdad que la contrastación que supone la revelación de la experiencia del terapeuta o de otros compañeros, en el caso de la psicoterapia grupal, puede no reducir la fuerza de la distorsión perceptual del paciente, que dependerá de su nivel de enfermedad.

En todo caso, y según mi punto de vista, no se trata de que el nivel actual tapone el transferencial. Poner luz en el nivel transferencial es necesario para ir asumiendo la autoría de la autobiografía de cada cual. Y sí se trata de que el sujeto se actualice, se vivifique y se transforme en lo que es. En este sentido, me parece muy buen resumen de la adecuada actitud del terapeuta la formulación: “Estar renunciando a los propios contenidos pero confiando en la propia capacidad de resonar”

Aunque estemos entrenados en usar nuestro sentir para trabajar con el otro, creo que nuestra mayor potencia como terapeutas es la de no quedarnos apegados en una sola reacción, posición o hipótesis diagnóstica. Parafraseo otra vez a Claudio Naranjo 10, refiriéndose a Perls y al rol del terapeuta: “Perls mostraba un grado asombroso de indiferencia creativa como terapeuta por su capacidad de quedarse en el punto cero11sin verse atrapado en el juego de sus pacientes. Pienso en el punto cero como un refugio del terapeuta gestáltico en medio de una participación intensa; no sólo como una fuente de fortaleza, sino como su último apoyo”. Quedarme en el vacío, dándole valor al no saber, aunque a veces es muy incómodo, da espacio al otro. Al otro y a mí; más allá de mi hipótesis, de mi pretensión o de mi reacción emocional.

Para ir terminando, retomo el valor de la relación actual citando a Paolo: “Mientras que el paciente tiene el derecho a ser tratado como un tú, el terapeuta debe conseguir ser tratado como un tú por el paciente en virtud de su actuación: desde la óptica de la psicoterapia de la Gestalt éste es el trabajo por el que se le paga”12. Si yo le permito al o a la paciente que me trate como una agente técnica o como una sabia maestra le dificulto el aprendizaje de hacer proceso, de entrar en contacto con lo que le inquieta y angustia, y de ir identificando qué es lo que le va ocurriendo. Entrar en contacto con uno implica también entrar en contacto con el otro y viceversa. De ahí el valor de poner la atención en la relación.

Y para finalizar añado que la relación terapéutica es una relación real entre dos personas con roles diferentes que marcan posiciones diferentes. Según muchos autores, la diferencia jerárquica entre ambos roles está sustentada por el grado de maduración alcanzado. Cremos, y por ello nuestros alumnos deben hacer terapia, que el terapeuta ha tenido que explorar ampliamente sus fantasmas, angustias y manipulaciones antes de poder acompañar a otros en ello. “La diferencia entre el terapeuta y el paciente es que el primero reconoce su enfermedad, seguirá estando enfermo y no se opondrá a este caminar. Mientras que el segundo se niega, se quiere quitar la enfermedad y su fantasía es seguir el tratamiento para no ser más enfermo”13. Siendo una afirmación a veces difícil de asimilar, me parece que la verdad a la que apunta esta cita es la que nos permite poder mejorar el uso de lo que experimentamos frente al paciente para apoyarle en su búsqueda y confrontarle en su manipulación.

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Tipos de dolor

Dr. Luis de Rivera

Dr. Luis de Rivera

Psiquiatra y Psicoanalista. Consultor Jefe de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz y director del Instituto de Psicoterapia de Madrid.

Para tomar posesión de la propia vida primero hay que darse cuenta de que uno tiene vida, y la vida, como la nariz, solo se nota cuando duele. Por eso tienes que aceptar el dolor, no porque te guste, sino porque, a veces, parece ser lo único que tienes. No es el dolor lo que importa, sino el hecho de que es tuyo. Tu eres el que lo produces, cierto que sin querer y sin darte cuenta, pero eso no cambia nada.

El dolor más útil es el que sirve de señal, avisa que algo nos está haciendo daño. Pon el dedo en una llama y entenderás enseguida a que me refiero. Quita el dedo, y da gracias a tu dolor. No sufres el síndrome de Riley, incapacidad para sentir dolor, horrible enfermedad que conduce pronto a la muerte por lesiones de lo más tonto, como olvidarse de respirar porque al afectado no le molesta la asfixia.

Un maestro Zen decía que había que desear la Iluminación con la misma intensidad con que se desea el aire cuando uno está sumergido bajo el agua. La iluminación es, simplemente, ver las cosas como son, y entonces el mal y el dolor desaparecen, por lo menos el mal y el dolor inútiles, que son, con mucha diferencia, los más frecuentes.

El segundo tipo de dolor viene por la atención sesgada: Un detalle doloroso nos absorbe de tal manera que se nos escapa toda la bendición que le rodea. A una niña caprichosa le acaban de regalar un coche reluciente y precioso. Cuando se acerca con sus nuevas llaves, ve una cagada de paloma justo en medio del parabrisas. Si está iluminada, sonreirá con ternura hacia la pobre paloma que no tiene nada mejor que hacer y disfrutara de un delicioso paseo. Puede que antes limpie la cagada, puede que no, después de todo no es un detalle tan importante. Pero ya dije que era un niña caprichosa, lo cual significa que le gusta apegarse a detalles sin tener en cuenta el contexto. Así que dará un grito de dolor, mirará al cielo, maldecirá a las palomas y se dirá a si misma cosas tales como “¿Por qué me tiene que ocurrir ésto a mí?” “Ya me han chafado el día” “Que mala suerte tengo”

Las reacciones pre-programadas tratan todos los dolores igual, como si todos fueran la señal de algo muy importante, vital, que requiere atención e intervención inmediata. Por eso, en la percepción ordinaria, la vida duele un montón.

Te voy a pedir un favor: Mira fijamente a la niña caprichosa a los ojos y dile : ¿Que prefieres, el coche o la cagada de paloma?

Tranquilizantes, somníferos y farmacodependencia de la vida cotidiana

¿De qué se trata cuando hablamos de la farmacodependencia de la vida cotidiana?

El consumo de hipnosedantes ha aumentado en los últimos años y el porcentaje de personas que los han tomado en 2011 se sitúa en el 11,4 %, datos que avalan lo que los expertos llaman la farmacodependencia de la vida cotidiana, que nos lleva a acudir a estas sustancias ante hechos como una ruptura sentimental.

Según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas EDADES 2011-2012, el número de personas que consumen drogas en el Estado Español ha bajado en todas las sustancias, salvo el caso de los hipnosedantes –somníferos, tranquilizantes o sedantes– que ha pasado del 5,1 por ciento en 2005 al 11,4 por ciento en 2011.

Este aumento se debe al creciente uso de estas sustancias “de forma legal”, con receta médica, aunque también a un mayor consumo de sedantes de forma no pautada por personas que se automedican.

Estos medicamentos se usan para tratar síntomas como la ansiedad, la irritabilidad o el trastorno del sueño. Son síntomas que pueden aparecer en distintos trastornos psiquiátricos o en situaciones estresantes, por problemas de adaptación a distintas circunstancias de la vida. Situaciones como la pérdida de una persona querida o de un trabajo provocan tristeza y ansiedad, síntomas que hace años se consideraban normales y que en los últimos tiempos provocan una mayor demanda de fármacos para mitigarlos.

En opinión de muchos expertos, detrás de esta tendencia a la fármaco-dependencia, estarían las grandes firmas farmaceúticas que tratan de que “cualquier cosa” se convierta en trastorno mental para dar el pastillazo. Tambien cabe pensar que el consumo de fármacos se se ha incrementado debido a diferentes consecuencias de la crisis económica como el desempleo, la incertidumbre ante el futuro, la preocupación por la posible pérdida de trabajo o la sobrecarga laboral.

Se trata de trastornos adaptativos como estados de ansiedad y depresión que presentan síntomas como insomnio, palpitaciones, desasosiego, mareos o dolor, que merman la funcionalidad diaria y por tanto la calidad de vida.

Lo cierto es que este tipo de fármacos pueden ser muy útiles si se toman durante un tiempo generalmente corto para controlar síntomas que pueden ocasionar mucho sufrimiento, pero no son la solución a esos problemas. Estos fármacos deben de tomarse durante el menor tiempo posible y si es posible de forma puntual, ya que tomados durante algunos meses generan dependencia y la necesidad de tomar dosis cada vez más altas para conseguir el mismo efecto.

Hay que tener presente que la ansiedad se produce por falta de adaptación al medio y eso una pastilla no lo resuelve.

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