Emoción y cambio psicológico
Algunas notas de contexto…
Tras el descubrimiento freudiano del inconsciente como lugar de lo reprimido y origen del hecho neurótico, hubo autores que avanzando en diferentes modos de acercarse a ese núcleo, abrieron vías que sin denostar el análisis y el uso de la asociación libre como método, dirigieron más decididamente su atención hacia el hecho corporal como lugar de exploración.
Entre ellos cabe mencionar a Wilheim Reich quien con su teoría de la coraza caracterológica se separó de la ortodoxia psicoanalítica de su tiempo, señalando lo corporal como lugar del inconsciente. El atrevimiento y la creatividad de este psicoanalista austríaco, creó el impulso necesario para que otros autores posteriores ahondaran en la idea de que el cuerpo lejos de ser una maquina biológica, también hacia las veces de receptáculo y guardián de la conflictiva psíquica.
Alexander Lowen con su modelo bioenergético de análisis y tratamiento del hecho psíquico y habiendo asimilado nociones clave de la eutonía de Gerda Alexander, fue otro de los psicoanalistas que continuo con la tarea de desarrollar modos de abordaje corporal.
Cabe hacer una mención particular al psicoanalista germano Fritz Perls, quien se erigió en el guru del movimiento humanista de los 60. Apeló a la necesidad de dar un cambio radical en el modo de hacer psicoterapia, en un contexto socio-cultural revolucionario lo que propicio una importante acogida de sus métodos. Lo corporal, el trabajo grupal, la confrontación como modo de trabajo, las sesiones rápidas, la comunidad terapéutica, el trabajo de polaridades, etc, formaron un pack trasgresor y gozosamente alternativo a la ortodoxia psicoanalítica, que en su seno ya venía experimentando, de tiempo atrás, la disidencia de algunos nombres propios, pero en ningún caso de un modo tan claro y manifiesto como el propiciado por Perls.
Son muchos los autores que han ejercido de adalides del desarrollo psicoanalítico hacía lo corporal, pero Reich, Lowen y Perls son quizás los que han tenido una presencia más mediática en este camino.
Siendo claras, en algunos aspectos, las diferencias entre estos autores, si me atrevo a señalar que los tres comparten la importancia de un hecho fundamental en el trabajo psicoterapéutico: el factor emocional.
Si bien la teoría psicoanalítica desde sus inicios había otorgado un lugar de privilegio al mundo de lo afectivo, la aparición de lo vivencial en la cura analítica no parecía fácil, visto el marco analítico (tumbarse en el diván para asociar libremente, de espaldas al analista, sin contacto visual ni corporal con él/ella). La irrupción de contenidos emocionales así, no parecía contar para algunos autores con un marco facilitador, dejando el peso de la cura en el análisis de lo emergente en la libre asociación, sin que lo emocional emergible pudiera fácilmente manifestarse en su verdadera dimensión y procurar profundidad.
Una replica interesante a esta reflexión proviene de quienes plantean que la manifestación brusca de las emociones lejos de ser terapéutico, esté más cerca del acting y, en definitiva, de la resistencia al encuentro más sutil y verdadero con aquello que la propia explosión emocional pueda oculta tras de si.
Se me ocurre pensar que la verdad pueda estar (una vez más) repartida; ósea: que quizás no sea bueno anclarse pertinazmente en la exploración de ideas, recuerdos, ocurrencias, sueños, etc, obviando el encuentro con el otro, su mirada y su contacto o pasando por alto el contacto con el propio ser. Pero tampoco creo que sea bueno, buscar permanentemente la catarsis, la explosión, el surgimiento del dolor como señas de limpieza de lo interno reprimido.¿Porque no una integración de lo más útil (y sutil) de cada propuesta?
¿El surgimiento de contenidos emocionales, en sesión, es prueba veraz de que se está tocado un territorio psíquico sensible? Vayamos por partes.
La cosa práctica…
A través del darse cuenta o insight, nos asomamos a la comprensión inédita de algo no visto antes, lo cual nos da opción de operar un cambio, un avance. Ese momento siempre va acompañada de emoción y de sorpresa. La emoción puede ser silenciosa y profunda, de alegría y expansiva, de sonrisa de destello y confort, contemplativa y relajante, y siempre es sorpresiva, incluso cuando es dolorosa y desgarradora. Puede darse de formas y modos diversos; no obstante, siempre es personal y subjetiva. Lo notas, lo tocas, lo sientes obvio y las palabras se quedan cortas si buscas explicarlo. ¿Si? Nadie te ha llevado a ese lugar de encuentro; has llegado tú, y en todo caso, has contado con compañía. Una compañía que no te ha quitado la autoría del logro, porque el/ella (el/la terapeuta) es consciente que solo sabe de sus alcances, que no de los tuyos.
Si bien decimos que el insight irá acompañado de emoción y sorpresa, también sostenemos que no siempre la emoción y la sorpresa van acompañadas de un insight o comprensión. Sabemos que la emoción es contagiosa; no tenemos más que entrar en una sala de meditación para sentir el silencio emocionado del lugar, o asistir a un funeral y empaparnos del dolor de los familiares afligidos, o zambullirnos en las gradas del campo de fútbol de nuestro equipo y fundirnos por los cánticos, gritos, sustos y alegrías, etc. Diremos que emocionarse es sano, bueno, barato y nos hace sentir que compartimos un lenguaje común: la energía de la emoción.
Bien; pero no confundamos la purga emocional con la autopercatación emocionada de algo novedoso. Cabe pensar que el insight nos ayuda en el camino de la individuación, en tanto la manifestación de la emoción debida a contagio compartido nos habla más de un fenómeno fusional, en ocasiones tan bien acogido por aquello de que nos hace sentir acompañados (que ni tan mal…)
Considero que en el camino del desarrollo personal e independientemente del modelo teórico de base, es importante prestar atención a algunos aspectos.
El descubrimiento es individual
El cambio entendido como movimiento propio desde un posición interna de si hacia otro posición distinta, tendrá sentido y sumará en el saber propio del sujeto, en tanto venga precedido por una suerte de apertura (“eureka!!!”) hacia lo nuevo. Entiendo que difícilmente se logrará ese klick por el influjo de recetas de autoayuda (p.e:“tienes que aprender a expresar lo que te preocupa), conmovedoras frases (“conócete a ti mismo…”) o arengas propias de los métodos motivacionales (p.e: ánimo que te queda poco!!!…).
No digo que ésto no sirva. Lo que digo es que de aplicarse, habrá que hacerse a conveniencia, que no a discreción. Como ayuda en tal o cual momento, por alguna razón de proceso, pero no como modo principal de intervención.
Tipología & Subjetividad
Las tipologías nos acercan al hecho de que el comportamiento de cada cual, su forma de entender las relaciones, de enamorarse, de sufrir o de buscar las vías de afrontamiento ante retos vitales, por ejemplo, tiene aspectos comunes con las de otras personas. Nos pone de relieve nuestras particularidades compartidas. Nuestro vertiente de sujeto social.
Modelos que abordan el estudio de las tipologías psicológicas, hay un montón. A mi el que más me ha cautivado es el eneagrama, por su versatilidad y potencia. Quien lo conozca, habrá podido comprobar en propias carnes lo bueno de éste método como vía de conocimiento y trasformación del caracter (o forma de sentir, pensar, relacionarme). En ocasiones desde un lugar lejano de auto-percatación hacia otro intermedio, en el que en tanto te das cuenta de tus dolores, vergüenzas, disimulos y autoengaños, cuentas con el sostén de compañeros y compañeras que han atravesado similares territorios, ante lo cual el dolor del descubrimiento es mitigado y compartido con alivio y sostén.
Es muy descansado sentirse acompañado (en un apartado anterior hablamos de fusión) en el tránsito, o similar a ese o aquella persona en mis dificultades. Produce alivio no saberse el único, sino uno/a más de los vanidosos, orgullosos, solitarios, envidiosos, cobardes, escapistas y demás pasiones tan humanas,etc. Pero la cosa no acaba ahí, en ese islote fraternal de lucha compartida. Al final no queda otra que vérselas con uno mismo, en ese lugar de abismo que recuerda al INICIO y al FINAL.
Insight & Sugestión
No es lo mismo darse cuenta, como experiencia holística, que pensar que me he dado cuenta. No es lo mismo llorar (léase aquí cualquier expresión emocional) por comprensión de algo que me emociona, que llorar por que me han dirigido a un lugar universalmente emocional, proponiéndome sutilmente que “…por ahí parece que hay un tema sin resolver…”.
No es lo mismo sentir un insight a que me digan que he tenido uno. No es lo mismo que yo interprete a que hagan una interpretaciónm.
El insight es integración emocionada nacida de mí. La sugestión te sitúa en un lugar ajeno a tu decisión, en el que no eliges lo que te ocurre.
Es bueno que el ámbito de la psicoterapia aglutine aportes alternativos. Es bueno que cualquiera de tales aportes, nos ayude a asumir la autoría de nuestra vida y su trascurrir. Precisamente por ésto, conviene estar atentos/as de tantos terapeutas que, a sabiendas o sin saber, se erigen en guías, gurús, brújulas de lo que te ocurre, por donde y como debes de transitar. Son los mismos que hacen escaparatismo de métodos trasformacionales en formato “cambio radical en poco tiempo y sin sufrir” -que no digo que haya que sufrir gratis, pero en fín…- (“oye me he enterado que fulanito hace un tipo de terapia que funciona y cambias una pasada y…bla, bla, bla). Métodos con venta exitosa en tiempos de incertidumbre y necesidad de buena noticias, pero que a la postre tan sólo logran tenernos sugestionados, mirando cual es el siguiente curso para flipar (como quien va de compras), despistados/as y lejanos/as del sentido del AQUÍ Y AHORA de cada cual.
Para concluir diremos que la emoción es necesaria para el cambio psíquico, pero siempre que vaya unida al insight, lo demás será un ejercicio de comunión afectiva.