AutoraMaite Ayerra Mitxelena (Psicóloga y Grupoanalista)

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Desde pequeños estamos educados para conseguir objetivos, que en un futuro depende para quien más cercano o lejano…, pero futuro, nos proporcionara un estado de bienestar.

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…el camino se hace al andar…

Frases de la vida cotidiana de todos nosotros están plagadas de afirmaciones de este tipo: estudia y tendrás un buen trabajo, esfuérzate y conseguirás escalar en lo profesional, encuentra una pareja, forma una familia, etc. ¿Y quién te lo asegura? Nadie, las cosas vitales no se pueden asegurar.

Igual que en las cosas que compramos, queremos pensar que el seguro que tenemos, lo cubrirá todo y nos olvidamos de la letra pequeña. La letra pequeña, en los objetivos vitales también hay letra pequeña y por lo tanto también hay un margen de riesgo.

Ese camino costoso hacia nuestros objetivos, no está asegurado y ponemos toda nuestra energía en ello, abandonando el presente, el aquí y ahora a un horizonte de futuro incierto.

Los objetivos son necesarios, como guía, como GPS, pero igual que estos últimos se confunden de dirección y dan la vuelta, o encuentran otra ruta alternativa, nosotros también debemos cuestionar nuestros objetivos. Nuestros objetivos son nuestro mapa de ruta, una orientación que dota un sentido a nuestra existencia. Sin embargo nuestra existencia se está dilucidando en el directo, en el presente y el ahora que cada nuevo día nos ofrece.

Los objetivos nos guían los valores nos orientan, nos orientan a disfrutar del camino, a apreciar los pequeños pasos, estar receptivo a lo que sucede, a abrir la puerta a lo improvisado, a lo inesperado, lo que se encuentra mientras busca algo diferente.

Un camino construido con objetivos pero sin valores es un camino estéril, es un sin vivir para vivir mañana, es un sembrar para no poder disfrutar de lo que se recoge. Cuántas vidas llenas de logros son para sus protagonistas un mar de tempestad y de angustia, en la que no disfrutan de lo que hacen, imponiéndose una exigencia externa que no les tiene en cuenta.

Son protagonistas de una película, en la que lo importante es la película, olvidándose de ellos mismos. Buscando compensar en el reconocimiento externo, una vida que pierde sentido, porque la voz de su protagonista, está constreñida por un guión, en el que no cabe sentir, pensar o conducirse de forma diferente y disfrutar de lo que va aconteciendo fuera de lo previsto.

 

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